miércoles, 18 de julio de 2012

Inicio. El retorno del emebetista (2/2)

Así que, dí mi puñetazo en la mesa, y nada, me puse en serio con ello, que también ya traía de paso el adelgazar. Y con el material que dije antes que disponía, pues pensé que mejor que correr o que otra cosa, coger la bici e ir donde fuera, que así conservaría un poco mejor mis rodillas, visto el punto de ponerme a darles caña. Tengo que comentar también la inestimable ayuda de ciertos foreros en los que me basé para coger información y asegurarme de hacer las cosas, aunque por mi cuenta, pero con cabeza en lo que deportivamente se refiere, mi “chupipandi” de “Ponerse en forma desde cero

Dicho y hecho, al principio, lo hice, de nuevo, como dominguero total: mis viejas y duraderas munich de futbito, pantalón y camiseta, y muchas ganas de coger caminos. Esta vez, podía haber acabado igual que las otras, pero suerte que por las cosas de google, diera con una página llamada wikiloc, que me permitió ver una de las rutas más comunes de los aficionados a este deporte de la zona, y ahí que me tiré...

La verdad sea dicha, tanto ímpetu en un principio en este deporte, sin más conocimiento que el de haber montado unos cuantos kms de mi infancia y juventud, me hicieron tener serias pifias en plena ruta, me costó caro mi experimento en la alineación de ruedas, sobretodo el haber tocado la trasera, que en cierto momento me saltó un radio, encajándose la rueda, y con mi ímpetu reventé cambio y lo que había por medio, haciendo de ese día una vuelta a casa a pie/carrera.

He aquí mi shurburra o hiperrígida:


Pero bueno, como estaba decidido con el tema, y lo que había probado hasta el momento me había llenado mucho, también notaba un gran alivio en mi presión mental, que tras dos años de paro, y unas oposiciones que nunca ha habido final, pues estos cambios en mi rutina me daban la vida la verdad.

Así que, animado por esto, por mi determinación (o cabezonería, también) en seguir "palante" con ello, pero recortado mi presupuesto por esta situación, pues la gemela comenzó a donar piezas a la elegida por titular, y bueno, con la venia de la jefa, me hice con equipación y herramientas para ir de manera algo más seria, aunque bueno, como siempre es conveniente en estas cosas, es mejor ir poco a poco, goteando, que no hacer la suma de todas las herramientas, casco, culotte, etc. del tirón y que se vea todo sumadito en la caja a la hora de pagar (consejo para navegantes por cierto).

De hecho, esto me recuerda a que lo que me motivó a coger una equipación algo decente por lo menos, y sobre todo el casco, fue culpa de dos colegas de afición, ya bien entraditos en años, pero gracias a los que descubrí un mundo paralelo en que todos los que estamos por ahí siempre nos ayudamos.

He aquí la historia: era verano, y me vine para mi tierra, así que no podía disponer de mi querida hiperrígida Taicor, hasta que descubrí en el trastero de mis suegros una Orbea que había por ahí, con muy poco a sus espaldas, perfecta para dar una “vueltecilla”.

Aquí la hiperrígida 2.0:



Así que nada, me puse mi correspondiente indumetnaria dominguera, y a subir pa Los Morales, hasta llegar al Asuán, camino que a su vez lo debo a la excursiones que hacía de pequeño con mis titas o mi padre, y se me quedaron grabados los senderos por suerte.

Pues ahí que iba, con todo el calor de un verano, ya a media mañana, al poco de pasar Los Morales, estaba ya reventao, sin apenas ganas de seguir, a la sombra de un chaparro tratando de reunir ganas de seguir hacia arriba, o más bien pensándome en darme media vuelta.

En esto que aparece Rafa, un hombre ya bien entrado en años, que venía sufriendo carril arriba, yo le observaba, y se me para al lado diciendo: “qué, ¿te ayudo en algo?”. La verdad que la pregunta tampoco me extrañó demasiado, pensando en que este hombre se habría apiadado de mí con mis pintas, y que seguramente estaría necesitando algo, vista mi preparación. Él iba con su giant, Reign creo que era, vamos, una doble.

Pues nada, charlé un poco con él, hasta que aparece en un minuto Manolo, un hombre que los setenta si no los tenía, estaba ya muy cerca, y que subía apremiando “¡venga, venga, no paréis!” así que no hizo parada, sino que siguió para arriba, a lo que Rafa me animó: “¡venga, vamos, tira que ya queda poco!”

Así que ahí quedó mi primera salida en grupo en esta nueva época, en la que a rueda de los dos conseguí llegar al alto de Asuán, cosa que creí que nunca haría, y al contrario, me resultó francamente fácil llegar, claro, iba “arrastrado” de ellos dos, que iban con una perfecta conversación mantenida todo o casi todo el tiempo.
Ya arriba en el super de allí (Rafa te debo la botella de agua), me dieron hasta agua, vista mi situación, y ya charlando con ellos, a Manolo antes su mujer le regañaba y echaba en cara que saliera todos los domingos, y ahora dice que ella se lo pedía, la verdad que me impresionó cómo se puede mantener la forma con una constancia infranqueable.

También, la gran cantidad de consejos que me dio Rafa, que me aconsejó sobre todos los componentes, herramientas, etc. que debía llevar, tiendas donde comprarlas más baratas (visto mi presupuesto, jejeje), y sobre todo, me pidió que por favor, que si iba a pretender seguir con esto, que hiciera uso del casco, de ahí que me recuerde a él el hecho de comprarlo, pero que en definitiva me dio la antesala a un deporte que se hacía una grata experiencia con los compañeros.

Todo esto, a lomos de dicha orbea, que más adelante intervendrá en otros capítulos, y quede esto como mi pequeño tributo a esos emebeteros que tuvieron mucho más que ver de lo que creen en mi vueta a este deporte, y a todos los que aún sigo en contacto con ellos casi a diario. Hasta luego!

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